Receta de patatas a la importancia

Patatas a la importancia: el lujo de lo sencillo

Las patatas a la importancia son la prueba de que la cocina tradicional no necesita artificios para brillar.
Crujientes por fuera, tiernas por dentro y bañadas en una salsa aromática que invita a mojar pan sin remedio.
Un plato humilde, nacido del ingenio, que se ha ganado un lugar en las mesas más sabrosas de España.
Perfectas como primer plato o acompañamiento, reconfortan el cuerpo y despiertan la nostalgia.
Sencillas, económicas y absolutamente deliciosas, una joya de nuestra gastronomía.


Historia del plato

Las patatas a la importancia son uno de los grandes emblemas de la cocina tradicional castellana, especialmente de Castilla y León, donde nacieron como un plato humilde pero lleno de ingenio. Su nombre, curioso y casi irónico, hace referencia al mimo con el que se preparaban unas simples patatas para darles “importancia”, es decir, convertir un ingrediente cotidiano en algo digno de celebración.

El origen del plato se remonta al siglo XIX, cuando las familias con pocos recursos buscaban maneras de elaborar comidas sabrosas con lo que tenían a mano. Al rebozar y guisar las patatas en un caldo aromatizado con azafrán y vino, se conseguía un plato nutritivo, económico y con un sabor sorprendentemente rico.

Su elaboración recuerda a la técnica de un guiso de pescado o carne, lo que en su época resultaba un auténtico lujo. De ahí el nombre: “a la importancia”, porque trataban a la patata como si fuera un ingrediente noble.

Entre sus curiosidades, destaca que:

  • Se servían tanto como plato principal en días de abstinencia (sin carne) como acompañamiento en fiestas.
  • En algunos lugares se les añade almejas o bacalao, elevando aún más el plato sin perder su esencia.
  • Es uno de los platos preferidos de muchos cocineros tradicionales, y se ha revalorizado en los últimos años como ejemplo de la “cocina de aprovechamiento” española.

Hoy, las patatas a la importancia son un homenaje a la sencillez y a la memoria culinaria, demostrando que el sabor no entiende de lujos, sino de buen hacer.


Ingredientes:

  • 800 g de patatas (variedad para guisar), peladas y cortadas en rodajas de 1–1,5 cm
  • 2 huevos grandes
  • 100 g de harina de trigo (aprox.) para rebozar
  • Aceite de oliva suave (para freír) — 300–400 ml aprox. según la sartén
  • 50 g de mantequilla (opcional, para más sabor)
  • 1 cebolla mediana, picada fina
  • 1 diente de ajo, picado fino
  • 700 ml de caldo de ave o de verduras (puede necesitarse algo menos/más)
  • 100 ml de vino blanco (opcional)
  • 1 hoja de laurel
  • 1 pizca de azafrán o ½ cucharadita de pimentón dulce (opcional, según tradición/localidad)
  • Sal y pimienta negra al gusto
  • Perejil picado para decorar (opcional)

Elaboración:

1. Preparar las patatas:
Pela las patatas y córtalas en rodajas de 1–1,5 cm. Sécalas ligeramente con papel de cocina para que el rebozado adhiera mejor.

2. Sazonar y enharinar:
Salpimienta las rodajas por ambos lados. Pasa cada rodaja por harina, sacude el exceso y resérvalas en una bandeja.

3. Pasar por huevo:
Bate los huevos en un plato hondo. Pasa cada rodaja enharinada por el huevo batido y colócalas sobre otra bandeja o rejilla para que escurran un poco.

4. Freír las patatas:
Calienta abundante aceite en una sartén amplia a fuego medio-alto. Cuando esté caliente (pero sin humear), fríe las patatas en tandas hasta que estén doradas por ambos lados. No las sobrecargues para que queden crujientes. Retira y coloca sobre papel absorbente.

5. Pochar la cebolla y el ajo:
En una cazuela amplia (o la misma sartén con un poco de aceite y/o mantequilla), baja el fuego a medio y sofríe la cebolla picada y el ajo hasta que estén transparentes y tiernos (6–8 minutos).

6. Incorporar sabores:
Añade la hoja de laurel y, si usas, el azafrán o pimentón; remueve un momento. Vierte el vino blanco y deja reducir 1–2 minutos para evaporar el alcohol.

7. Agregar el caldo y cocer:
Incorpora el caldo caliente y ajusta de sal. Lleva a ebullición suave.

8. Guisar las patatas en la salsa:
Coloca las patatas ya fritas en la cazuela con la salsa, distribuyéndolas en una sola capa si es posible. Cocina a fuego medio-bajo durante 10–15 minutos, con la cazuela semi-tapada, hasta que las patatas estén tiernas y la salsa haya reducido ligeramente. Mueve la cazuela con cuidado de vez en cuando para que la salsa impregne las patatas sin romperlas.

9. Rectificar textura y punto:
Si la salsa queda muy líquida deja reducir unos minutos más; si está demasiado espesa añade un poco más de caldo caliente. Prueba y ajusta de sal y pimienta.

10. Reposar y servir:
Retira la hoja de laurel. Deja reposar 2–3 minutos y sirve caliente. Espolvorea con perejil picado si deseas y acompaña con un buen trozo de pan para mojar.


Maridaje:

Las Patatas a la Importancia son un plato de la cocina tradicional española que combina suavidad, untuosidad y un ligero toque de fritura, con una salsa aromática a base de caldo, ajo y, a veces, azafrán o pimentón. Por su textura y sabor, necesitan vinos que acompañen sin dominar, aportando frescura y equilibrio.

Por qué maridan: Funcionan muy bien cuando el plato es servido templado o acompañado de verduras guisadas, aportando contraste y limpieza del paladar sin eclipsar la suavidad de la patata.

Vinos tintos jóvenes o de cuerpo medio

Perfil: Fruta roja fresca, taninos suaves, acidez moderada.

Por qué maridan: La acidez limpia el paladar de la grasa del rebozado, mientras que los taninos suaves acompañan la textura cremosa de la salsa sin opacarla. Los aromas frutales realzan los sabores del guiso sin competir con ellos.

Vinos tintos con algo de crianza ligera

Perfil: Notas de especias, madera sutil, fruta madura y cuerpo medio.

Por qué maridan: Añaden complejidad al plato y resisten la densidad de la salsa, creando armonía entre el sabor de las patatas y la riqueza aromática del vino. Ideal si la salsa es más intensa o contiene mantequilla o caldo concentrado.

Vinos blancos de cuerpo medio

Perfil: Acidez fresca, fruta blanca o cítrica, notas minerales suaves.

Por qué maridan: Si la salsa es ligera y delicada, un blanco fresco equilibra la untuosidad sin sobrecargar el plato, aportando ligereza y brillo a cada bocado.

Vinos rosados secos

Perfil: Frescura, fruta roja ligera y buena acidez.

Resumen de las selecciones:

  • Palmeri Navalta Garnacha 2018: Este vino ecológico de la D.O. Campo de Borja destaca por su elegancia y complejidad. Con notas de frutos rojos maduros y un toque sutil de roble, su equilibrio lo convierte en una opción excelente para acompañar platos con salsas ricas y especiadas.
  • Pagos del Moncayo Prados Colección Garnacha 2021: Un vino premiado con la medalla de oro en Grenaches du Monde. Su perfil afrutado y especiado, con taninos suaves y buena acidez, lo hace ideal para maridar con guisos tradicionales como las Patatas a la Importancia.
  • Bodem Las Margas Garnacha 2018: Elaborado de manera vegana y sostenible, este vino ofrece aromas de frutos rojos y una textura suave. Su frescura y equilibrio lo hacen perfecto para platos ligeros y sabrosos.
  • Viña Balén Garnacha de Viñedos Históricos 2019: Proveniente de viñedos centenarios en el Pirineo Aragonés, este vino tiene una crianza prolongada que le otorga profundidad y complejidad. Sus notas de frutos negros y especias lo hacen adecuado para acompañar platos con sabores intensos.

Consejos de presentación

Usa una fuente amplia y baja

  • Coloca las patatas en una sola capa o ligeramente superpuestas.
  • Permite que la salsa cubra ligeramente, pero no ahogue el plato.

Juega con la salsa

  • Antes de servir, vierte un poco de salsa caliente por encima de las patatas, evitando cubrirlas por completo para mostrar el dorado del rebozado.
  • Puedes usar una cuchara para hacer “chorritos artísticos” sobre la fuente o directamente en cada ración.

Toque de color

  • Espolvorea perejil fresco picado justo antes de servir.
  • Opcional: un poco de pimentón dulce o unas hojas pequeñas de tomillo para dar contraste.

Porciones individuales

  • Sirve en platos hondos o mini-sartenes individuales para una presentación más moderna y cálida.
  • Coloca 2–3 patatas por plato y decora con un poco de salsa alrededor.

Altura y textura

  • Si acompañas el plato con verduras salteadas, coloca algunas tiras o floretes entre las patatas para generar volumen y color.
  • Puedes colocar una patata ligeramente inclinada sobre otra para dar sensación de altura.

Toque final gourmet

  • Añade unas gotas de aceite de oliva virgen extra de calidad justo antes de servir para brillo y aroma.
  • También puedes acompañar con un pequeño trozo de queso curado rallado o unas virutas de jamón para un contraste de sabor y textura.

Plato limpio y elegante

Evita exceso de salsa derramada; la presentación debe resaltar la forma y color de las patatas.

Limpia los bordes del plato antes de servir para un acabado profesional.


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