Receta de tortilla de patatas

La tortilla de patatas perfecta: Jugosa por dentro, doradita por fuera

La tortilla de patatas es uno de los grandes símbolos de nuestra cocina: sencilla, humilde y capaz de enamorar a cualquiera. En esta receta te enseño cómo preparar una tortilla jugosa, con el punto exacto de cocción y ese sabor tradicional que nos transporta a casa.
Con ingredientes básicos, patatas, cebolla opcional y unos buenos huevos conseguirás un plato perfecto para compartir, para un picoteo o para disfrutar en bocadillo.
Prepárate para descubrir todos los trucos que hacen que esta tortilla sea irresistible desde el primer bocado.


Origen de la tortilla de patatas

La tortilla de patatas es uno de los platos más representativos de la gastronomía española, pero su historia es más reciente de lo que muchos imaginan. Su origen se sitúa en el siglo XIX. La versión más aceptada cuenta que fue creada alrededor de 1798 por una campesina navarra que preparó una tortilla sencilla con huevos, patatas y poco más para alimentar al general Tomás de Zumalacárregui durante las Guerras Carlistas. Él quedó sorprendido por la combinación y la popularizó entre sus tropas, contribuyendo a su expansión por todo el territorio.

Otra teoría sitúa su nacimiento en Extremadura, donde las patatas ya se utilizaban para espesar guisos y alimentar a las familias más humildes. Lo cierto es que su éxito se debe a su sencillez, a lo asequible de sus ingredientes y a su sabor, que la convirtieron rápidamente en un plato básico en hogares, ventas y tabernas.

Una curiosidad destacable es que el debate sobre si la tortilla debe llevar o no cebolla es casi tan famoso como la receta en sí. También es interesante saber que, originalmente, era mucho más fina que la versión esponjosa que se prepara hoy en día, ya que se buscaba economizar ingredientes.

Hoy la tortilla de patatas es un icono cultural, un plato presente en bares, celebraciones familiares y concursos gastronómicos, y una receta que continúa evolucionando sin perder su esencia.


Ingredientes para 4-6 personas:

  • 6 huevos grandes
  • 1 kg de patatas
  • 1 cebolla grande (opcional)
  • Aceite de oliva
  • Sal

Elaboración:

1. Preparar las patatas
Pela las patatas y córtalas en láminas finas o en trozos pequeños irregulares, según el estilo que prefieras. Añádeles sal y reserva.

2. Cortar la cebolla
Si decides usar cebolla, pélala y córtala en juliana fina. Le dará jugosidad y un toque dulce a la tortilla.

3. Freír patatas y cebolla
Calienta abundante aceite en una sartén grande. Añade las patatas y, un minuto después, la cebolla. Cocina a fuego medio-bajo para que se pochen sin dorarse en exceso. Deben quedar tiernas y jugosas, no crujientes.

4. Escurrir y mezclar
Cuando las patatas estén blandas, escúrrelas bien del aceite. Pásalas a un bol grande y mezcla con los huevos previamente batidos y sazonados con sal. Deja reposar tres o cuatro minutos para que las patatas absorban parte del huevo.

5. Cuajar la tortilla
Pon una sartén antiadherente al fuego con un chorrito de aceite. Vierte la mezcla y mueve ligeramente la sartén para que no se agarre. Cocina a fuego medio hasta que los bordes empiecen a cuajar.

6. Dar la vuelta
Coloca un plato grande o una tapadera sobre la sartén y, con un movimiento rápido y seguro, gira la tortilla. Deslízala de nuevo a la sartén para cuajar el otro lado.

7. Ajustar el punto de cocción
Cocina un par de minutos más si te gusta jugosa o un poco más si la prefieres más hecha. Retira del fuego y deja reposar uno o dos minutos para que asiente.


Maridaje:

El maridaje entre la tortilla de patatas y los vinos de Aragón ofrece combinaciones especialmente equilibradas gracias a la diversidad enológica de la región. Los blancos elaborados con garnacha blanca, presentes en zonas como Campo de Borja, destacan por su frescura y su ligera estructura, cualidades que armonizan con la jugosidad del huevo y el toque dulce que aporta la cebolla. También el Macabeo del Somontano o de Cariñena resulta un excelente compañero: su acidez moderada y sus aromas limpios ayudan a equilibrar la sensación grasa del plato y refrescan el paladar. Para quienes buscan un vino con más cuerpo, un chardonnay aragonés, especialmente si tiene breve crianza, se integra muy bien con la textura tierna de la tortilla y aporta una complejidad suave que realza el conjunto.

Los rosados de garnacha, tan característicos de Campo de Borja y Cariñena, ofrecen un maridaje vibrante gracias a su expresión frutal y su frescura, ideales para una tortilla jugosa o servida a modo de tapa. Si se prefiere un tinto, las garnachas jóvenes de Calatayud o Campo de Borja son la opción más acertada, ya que su tanino suave y su carácter frutal no ocultan los sabores delicados del plato. También los tintos jóvenes del Somontano, elaborados con tempranillo o merlot, acompañan bien las versiones más cuajadas o con un punto extra de dorado en la sartén. Para un maridaje más gastronómico, un blanco fermentado en barrica del Somontano aporta un contraste elegante entre sus notas tostadas y la cremosidad del huevo, creando una combinación más compleja pero igualmente armónica.

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